Guatemala: puerta trasera de la migración centroamericana hacia EEUU

La comunidad internacional no presta atención a lo que están haciendo EEUU y México en el Ceibo, que se convirtió en la puerta trasera de la migración centroamericana. A cuatro horas de la ciudad más cercana y a 14 de la capital de Guatemala, las autoridades migratorias de México han abandonado a su suerte a miles de personas migrantes que ni tan siquiera saben dónde están cuando les bajan del autobús en un paraje dominado por narcotraficantes y ‘coyotes’.

Texto & Fotos: Asier Vera

Al mismo tiempo que soldados de EEUU agarraban del brazo a bebés entregados por padres desesperados en el Aeropuerto de Kabul para salvarlos del régimen Talibán, el gobierno norteamericano expulsa a bebés, niñas, niños, adolescentes y familias enteras de Centroamérica en la inhóspita frontera de El Ceibo en Guatemala. Al igual que a 14.000 kilómetros de distancia, los disparos son habituales en esta zona remota del planeta en la que llegan buses enteros cargados de gente afligida que persiguió el ‘sueño americano’ para huir de la violencia endémica, la miseria y la falta de oportunidades que asolan Guatemala, Honduras, El Salvador o Nicaragua. En total, fueron abandonados en este punto 4.243 migrantes entre el 22 de agosto y el 6 de septiembre, en su mayoría de Honduras (2.223) y de Guatemala (1.442), que llegaron en 125 autobuses. Entre ellos, se encontraban 1.186 menores de 18 años, sobre todo, de Honduras (606) y Guatemala (473). Solo se tienen datos desde el 22 de agosto, puesto que fue a partir de ese día cuando el Instituto Guatemalteco de Migración reforzó el personal que trabaja en la frontera para recabar información de quienes llegaban.

Nadie de la comunidad internacional voltea a ver lo que están haciendo EEUU y México en el Ceibo, que se convirtió en la puerta trasera de la migración centroamericana. A cuatro horas de la ciudad más cercana, Santa Elena, y a 14 de la capital de Guatemala, las autoridades migratorias de México han abandonado a su suerte en las últimas semanas a miles de personas migrantes que ni tan siquiera saben dónde están cuando les bajan del autobús en un paraje dominado por narcotraficantes y ‘coyotes’. Solo tres agentes de la Policía de Guatemala aparecen de vez en cuando para dar la sensación de que existe una mínima seguridad, si bien a pocos metros de la frontera se escuchan disparos sin que nadie haga absolutamente nada para perseguir a sus autores.

Sin dinero, sin saber dónde los dejaron, ni cómo regresar a sus casas están siendo expulsados miles de centroamericanos en un lugar que no cuenta con la mínima infraestructura necesaria para atender a estas personas, muchas de ellas mujeres solas con bebés e hijos muy pequeños que llegan enfermos y tosiendo. Para todos estos migrantes parece que no existe el peligro del coronavirus que ha cerrado fronteras y ha obligado al mundo entero a aplicar restricciones. Entran a Guatemala sin haber sido vacunados, sin ni siquiera hacerles una prueba de hisopado y tras haber estado hacinados en centros de detención de EEUU o México, donde recibieron, según denuncian todos los migrantes consultados un trato vejatorio que vulnera sus derechos humanos.

…los disparos son habituales en esta zona remota del planeta en la que llegan buses enteros cargados de gente afligida que persiguió el ‘sueño americano’ para huir de la violencia endémica, la miseria y la falta de oportunidades que asolan Guatemala, Honduras, El Salvador o Nicaragua.

México, en lugar de deportar a las personas migrantes a sus países de origen, ha optado por abandonarlas en una frontera que no cuenta siquiera con un Centro de Retornados ni un puesto de salud.  / © Foto: Asier Vera  | Angular.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala nunca fue comunicado por EEUU y México de estas expulsiones de migrantes en un punto fronterizo alejado de todo y en plena selva del Petén, donde se alcanzan temperaturas que superan los 40 grados. Los únicos beneficiados de esta política son los ‘coyotes o polleros’ que caen sobre estas desesperadas personas que dejan atrás su sueño de “dar una vida mejor” a sus hijos. ‘Bienvenidos a Guatemala’, es la única palabra amable que reciben los migrantes de un agente fronterizo de Guatemala nada más salir por un estrecho pasillo por el que son sacados de México tras haber sido detenidos en ese país o en EEUU. Antes incluso de que puedan registrarse en Migración, los ‘coyotes’ ya los están acechando para ofrecerles hoteles, cuartos, transporte, cambio de dinero o incluso volverlos a llevar de nuevo hacia EEUU. Una única casa del migrante con capacidad para 35 personas se ha visto rebasada hasta albergar en un solo día a 180 que se ven obligadas a dormir en el suelo a la intemperie. Allí solo pueden pasar 24 horas a la espera de que algún familiar se apiade de ellas y les deposite algo de dinero en el único banco de El Ceibo que les permita llegar a sus casas.

Los ‘coyotes’, muchos de ellos armados con pistolas en plena calle, hasta eso controlan. Son los primeros en ofrecer a los migrantes recibir ellos mismos ese necesario dinero sin informarles que les van a cobrar una cuantiosa comisión por ese trámite.

La Organización Internacional para las Migraciones, encargada en teoría de ayudar a las personas migrantes a que puedan retornar gratuitamente a sus hogares, brilla por su ausencia. Su oficina se encuentra a cuatro horas en bus de la frontera, por lo que los dueños de pequeños buses son los primeros en ofrecer un viaje a Santa Elena o incluso a la frontera El Corinto con Honduras por 400 quetzales (44 euros), una cantidad con la que la mayoría de migrantes no cuenta. Por ello, nada más pisar suelo guatemalteco, tratan de comunicarse vía telefónica con sus familias para informarles entre sollozos de que acaba de finalizar su ‘sueño americano’ y que necesitan una ayuda económica para regresar de donde partieron. La ilusión de una vida mejor les costó hasta 6.000 dólares por persona, que el ‘coyote’ jamás devolverá, por lo que a la frustración de volver a sus países se suma ahora una deuda que solo preveían pagar cuando encontraran un trabajo en EEUU.

Muchas de las personas expulsadas son mujeres que viajan solas con sus hijos. / © Foto: Asier Vera | Angular.

«La pobreza nos separa de nuestros seres queridos»

Las autoridades migratorias de EEUU y México incluso separan a las personas que viajaban juntas. María Alejandra Mejía no aparta su mirada del portón por donde cada poco tiempo sale un reguero de gente expulsada. Esta migrante de Comayagua (Honduras) está a la espera de su marido, después de que ambos fueran encerrados en un centro de migrantes en la ciudad fronteriza de Piedras Negras (México). “La pobreza nos separa de los seres queridos”, lamenta, al tiempo que señala que su único objetivo es regresar a EEUU porque en Honduras, donde dejó a una hija de tres años, “es imposible vivir dado que no se logra lo que se quiere”.

Muchas de las personas expulsadas son mujeres que viajan solas con sus hijos, como Carmen Edania Pérez, una guatemalteca que emigraba hacia EEUU con sus hijas de dos, siete y diez años. “Me cuesta mucho sacarlas adelante en este país porque el papá nos abandonó”, asegura esta mujer de 30 años originaria de Jutiapa que fue capturada llegando a la ciudad mexicana de Veracruz. Preguntada sobre si va a regresar a su localidad o va a intentarlo de nuevo, afirma que “ahí vamos a ver y vamos a pedirle a Dios la dirección”. Según revelaron agentes de Migración de Guatemala, los ‘coyotes’ ya no devuelven el dinero a los migrantes que lograron cruzar EEUU y fueron capturados en ese país, pero sí dan hasta tres oportunidades para alcanzar el objetivo en caso de que sean detenidos en México.

Sin embargo, como es obvio, los ‘coyotes’ no informaron a los migrantes que EEUU está realizando devoluciones exprés bajo el Título 42, que evocó el expresidente Donald Trump, y que permite negar la entrada a ese país a quienes consideren un peligro para la salud pública. Su sucesor, Joe Biden, ha seguido aplicando este Título para evitar supuestamente la propagación del coronavirus, lo que impide solicitar asilo a quienes huyen de Centroamérica. Nada más ser detenidos en la frontera, EEUU entrega vía aérea o terrestre a los migrantes a las autoridades mexicanas sin siquiera darles la oportunidad de hacerles la entrevista de petición de asilo. Cuando llegan a México, habitualmente a la capital de Tabasco (Villahermosa) son subidos en autobuses y trasladados a la frontera de El Ceibo. La propia ACNUR ha denunciado que el Título 42 niega a las personas vulnerables el derecho a acceder a los procedimientos de asilo, por lo que ha solicitado a EEUU que “restaure rápidamente el acceso al asilo”, teniendo en cuenta que “la protección de la salud pública y de las personas obligadas a huir son compatibles”.

…en lugar de deportar a las personas migrantes a sus países de origen, ha optado por abandonarlas en una frontera que no cuenta siquiera con un Centro de Retornados ni un puesto de salud. .

Sin embargo, México, en lugar de deportar a las personas migrantes a sus países de origen, ha optado por abandonarlas en una frontera que no cuenta siquiera con un Centro de Retornados ni un puesto de salud. Un único enfermero no da abasto para tomar la temperatura a quienes acaban de ser expulsados, muchos de los cuales no pasan por este trámite, a pesar de que se han disparado los casos de coronavirus en las últimas semanas, con más de 5.000 diarios.

“En Guatemala, apenas tenemos personal para cubrir la frontera, pese a que el país está en semáforo rojo”, critica Enrique Pan, quien cada día se traslada de El Naranjo, a 30 kilómetros de El Ceibo, siendo el único representante del Ministerio de Salud de Guatemala para atender a la oleada de migrantes expulsados desde México. “Mínimo tendría que haber tres trabajadores más porque Salud sabe la situación que estamos viviendo y aun así lo que hace es recorte de personal”, censura.

«Nos mandaron de vuelta, como animales»

Ajenos a la crisis del coronavirus, los migrantes que llegan a El Ceibo solo piensan en cómo van a pasar su primera noche y cómo van a llegar a la estación de autobuses más cercana tras haber vivido una pesadilla en EEUU o México. Tres mujeres guatemaltecas junto a sus hijos vagan desorientadas de noche por El Ceibo sin saber dónde ir mientras tratan de esquivar a un ‘coyote’ que les insiste hasta la saciedad para que vayan a dormir a su casa donde estarán “seguras”. “Dios me ha abandonado’, lamenta entre lágrimas una de ellas, madre de una niña de 11 y un niño de 8 que trató de llegar a EEUU para reencontrarse con su marido. Lo mismo intentó Sonia, de 24 años, originaria de Xela (Guatemala), quien también había logrado entrar al país que soñaba, si bien no se perdona a sí misma haberse entregado a Migración de EEUU junto a su hijo de dos años, en lugar de haber evitado los controles. Tenía la esperanza de poder solicitar asilo, aunque no le dieron la más mínima oportunidad de hacerlo. Pasó cuatro días en el centro de internamiento de migrantes de McKinney (Texas), donde la encerraron en las ‘hieleras’, unos salones con el aire acondicionado a toda potencia.

Según relata, “jamás nos dijeron que nos llevaban a Guatemala o a México cuando nos montaron en el avión”. El trato vejatorio fue constante, desvela, dado que los agentes migratorios de EEUU acusaban a los migrantes de ser unos “delincuentes que entraron ilegalmente” a su país. En México no mejoró la situación, dado que no le permitieron hacer una llamada a su familia, ni les dieron ropa. Lo único que les dijeron es que los iban a trasladar a la frontera y “ahí ya mirábamos cómo nos regresamos a nuestra casa. Nos mandaron de vuelta como animales”, zanja Sonia, quien remarca que “ya no queda otra que echar para adelante”.

El panorama contiuará cambiando en El Ceibo, después de la primera semana de septiembre, México se comprometió a no trasladar a más migrantes a esta frontera, de modo que los hondureños serán retornados al puesto fronterizo de Corinto (Honduras), mientras que los guatemaltecos serán deportados al Centro de Recepción de Tecún Umán. No obstante, el Instituto Guatemalteco de Migración ha revelado que el ingreso de migrantes por El Ceibo “persistirá hasta por 30 días más”. Por lo menos, ahora ya hay buses que trasladan gratuitamente a los migrantes de Honduras hasta la frontera de Corinto. “Ya en diciembre nos vamos de vuelta a EEUU”, anuncia por teléfono desde El Progreso (Honduras) Álvaro José Ordóñez, un migrante hondureño que fue expulsado de México junto a su pareja y sus tres hijos de dos, tres y cinco años y que como muchas personas que vieron frustrado su ‘sueño americano’ no se da por vencido.

Asier Vera Santamaría

Periodista | Fotógrafo

Asier nació en 1980 en Vitoria (País Vasco) y desde el 2001 se dedica al Periodismo. Tras trabajar 12 años en la agencia de noticias Europa Press, se trasladó —en septiembre de 2015— a Guatemala, donde trabaja como periodista freelance colaborando con diferentes medios como El Mundo, El País o Gara, entre otros.

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