Escondidos al oeste del Pichi Leufu

Entrevista exclusiva con Natalia Cano, directora del documental «Escondidos al oeste del Pichi Leufu», un relato visual potente y sólido; retrato coral de los sobrevivientes de la Conquista del Desierto en la Patagonia norte actual.

Entrevista: Migue Roth | Fotos / gentileza de Natalia Cano

«Al llegar a la Patagonia noté que —si bien hay una cantidad grandísima de población indígena— no son muchos lo que se identifican como tales».
Natalia Cano vive en Bariloche desde 1997. Al llegar, trabajó en Educación media de la zona, donde gran parte de los estudiantes son descendientes y portan apellido mapuche o tehuelche, pero muy pocos de ellos sienten que es algo bueno o para visibilizar, sino todo lo contrario.

¿Qué te llevó a documentar sus historias?

De chica, todo lo que se vinculaba con tierra adentro —con la Argentina profunda— lo conversaba con mi abuelo, que era viajante de comercio y a quien le gustaba la vida de pueblo. Lo que describía era muy distinto a mi experiencia de niña en Buenos Aires, y sus relatos me resultaban fantásticos. A mis ocho-diez años, cuando tuve mi primer grabadora, lo fui registrando y así comencé mi vínculo con la historia.
En el secundario tenía avidez por conocer más, pero rara vez tuve docentes que me motivaran; la cosa era siempre tan acartonada, sin mucho sentido. «Escondidos…», justamente rompe con esa lógica: es la voz de los protagonistas —tan potente como atractiva— la que hilvana un Relato Mayor. Son esfuerzos para que las historias que suelen quedar al margen de La Historia, o que son silenciadas, tengan lugar.

Los familias de pueblos originarios que conocí tienen formas de vida más reciprocitarias. Eso me interesó y comencé a investigar cómo había sido el período post-Conquista del Desierto. Con la familia Llanquín (a quienes había conocido en trabajos previos) tomé una decisión más consciente: lograr que el documental mostrara la cercanía, la importancia de lo vincular. Así se armó este retrato coral que abarca un período histórico amplio, y que muestra cómo se unieron las familias, cómo se relacionaron entre ellos, con otras comunidades y con colonos, para sobrevivir.

En Argentina pareciera existir intencionalidad en silenciar u ocultar las voces indígenas…

Sí. Las familias que protagonizan el documental forman parte de poblaciones que se «escondieron» entre el río Pichi Leufu y el río Limay; zonas que en invierno quedan aisladas por la nieve y que habitualmente son ignoradas por el Estado. No solo sobrevivieron al despojo y a la violencia de la Conquista del Desierto, sino que con mucho esfuerzo y con el tiempo, volvieron a tener animales y pujanza económica. Esto fue algo que admiré desde que los conocí.
Tuvieron que entregar incluso el derecho al uso de su idioma, ya que —en la escolarización—, si los niños no hablaban español eran estigmatizados. Con los años, los padres dejaron de transmitir su idioma; aunque hacia el interior, la formas de trabajar con los vecinos, de ayudarse, de tener campo abierto, permitió que su cultura perviviera. Mi intención fue indagar cuáles de esos rasgos identitarios lograron resguardarse y cuáles se abandonaron.
Es curioso cómo algunos abuelos, cuando se les pregunta si son mapuches, te responden: «No, no, no. Soy argentino neto», y te cuentan por ejemplo que se enrolaron en el ejército, y dónde hicieron el servicio militar; como un aval y método para proteger a la familia.

Había otra capa histórica que me interesaba investigar para «Escondidos…», y que abre una tercera dimensión en el documental: es cuando doy —en el Archivo Histórico de Viedma, la capital provincial— con los registros que hacían los inspectores de Tierras y Colonias cada año, para saber cómo y quiénes vivían en los «territorios fiscales». En aquellas transcripciones quedan registros de las familias que estaba investigando, por lo que el documental tiene un nivel más de profundidad y tensión.
Las políticas de las instituciones estatales a veces pretendían integrarlos y/o mejorar la capacidad productiva del campo; pero en otras ocasiones, los trataron de extranjeros, de gente que viene de Chile y no son argentinos, de intrusos; los denigraron y acusaron de vagos; dudaron de su capacidad laboral.

«Con algunas excepciones, no existió en la Argentina una legislación que discriminase a su población en términos étnicos, ni nacionales. Sin embargo, cuando se analiza la relación entre población y territorio —entendiendo su dimensión material y simbólica— nos encontramos con un racismo estructural histórico que produjo, en el largo plazo, la estratificación y jerarquización de los pobladores del interior rionegrino una vez incorporado a la matriz Estado-nación-territorio. Al mismo tiempo, los presupuestos sobre las personas —sus hábitos y prácticas— permean el territorio. Los mismos son espacializados en una lejanía percibida que es, a su vez, desacreditada por los escasos kilómetros que distancian la llamada Línea Sur de los centros urbanos de la provincia. Así, regiones contiguas como Bariloche, aparecen distantes en tiempo y espacio en relación a los parajes del oeste del arroyo Pichileufu.»

Racismo, fijación y movilidad social en los parajes del oeste del Pichileufu / Capítulo 4 del libro «La tierra de los otros», de Natalia Cano y Pilar Pérez.

En el documental hay un trabajo cuidado de investigación, de edición, de incorporación de material de archivo. Además de voces, instrumentación y musicalización extraordinaria. ¿Podrías contarnos sobre el proceso de realización?

El proceso de producción surgió con una instancia para el desarrollo de proyectos de cine. Como ya había estado en la zona, rodando en otras producciones, ya conocía a los habitantes de los parajes. Me habían contado historias interesantísimas y decidí escribir un proyecto. Ganamos el apoyo económico para grabar entrevistas y ampliar la investigación. Con ese material preparamos una carpeta y un teaser. Luego, tuvimos la suerte de que se eligiera nuestro proyecto y obtuvimos financiación del Instituto de Cine —que lanzó el certamen del Bicentenario «El camino de los héroes», con la intención de visibilizar la identidad de cada provincia—. Me asocié con Federico Palma y Carlos Piacentini para la coproducción; y sumamos a Alejandro Giuliani como director de Fotografía.
La musicalización la elaboramos junto con Beatriz Pichi Malén, a partir de temas que ella tenía en sus discos «Añil» y «Plata». Luego ella realizó temas nuevos para la Banda Sonora Original (que se puede escuchar acá).

¿Cuál es la situación actual de los pobladores retratados en el documental y de aquellas comunidades?

Las comunidades retratadas en «Escondidos…», están compuestas por pobladores rurales que viven en «territorios fiscales» sin títulos de propiedad. Ciertos parajes los habitan hace más de cien años, y solo cuentan con un permiso precario de ocupación que deben renovar.
Ya no vienen los «inspectores» para hacer informes, sino que ellos mismos deben ir a las oficinas a renovar permisos, presentar papeles y pagar el uso del lugar para el pastaje de sus animales.
Si bien las realidades varían según las familias, todas han debido trasladarse en repetidas ocasiones. Con la Conquista del Desierto se pretendía su desarraigo como política: las familias debieron deambular, no se les facilitaba establecerse en el territorio que habitaban. Y siguen padeciéndolo.

Natalia Cano

Documentalista | Realizadora audiovisual

Realizadora Integral de Cine y TV egresada del TCC. Trabaja en Bs As como Asistente de Dirección y Directora de Casting. Se muda a Patagonia, estudia Historia en UNCO y encuentra su tema de interés para empezar a dirigir. En 2012 estrena «Escondidos al Oeste del Pichi Leufu», y en 2020 «Gigantes».

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