«El poder a la imaginación»: nuevo libro de historias autogestivas

Diez años de la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina en un libro que compila historias de distintas publicaciones autogestivas, de la dictadura a hoy. De los sueños a los hechos, las tendencias y las ideas para seguir editando en un mercado concentrado; la digitalización y los nuevos formatos; la diversidad de agendas, los nichos, los territorios, la ley, y la proyección de un movimiento que se planta y crece. Compartimos el epílogo y el link de libre descarga.

Texto: Claudia Acuña | Libro: Arecia

El tsunami “redes sociales” terminó de arrasar con el concepto “grandes medios de comunicación” y lo que queda bajo los escombros es el cadáver de las corporaciones mediáticas.

No es este el resultado de un proceso nuevo − Clarín perdió en la década 2009/2019 casi el 60% de las ventas y La Nación, el 40%− pero sin duda el coronavirus aceleró esta decrepitud.

El virus los hizo clamar por ayuda estatal para pagar los sueldos, subsidios para comprar insumos, excepciones impositivas extraordinarias y, por supuesto, el adictivo alivio del pago de las cargas sociales, tal como dicta el manual de salvataje de empresas que están al borde de la extinción.

En estos tiempos pospandémicos la impresión en papel de diarios y revistas comerciales ya es casi simbólica, y las maniobras de resucitación a través de la lectura online no alcanzan a compensar los deterioros de una fórmula que, a pesar de todo el empeño estatal dedicado a asistirlas, no pudo superar los intrincados desafíos de estos tiempos. Así, sin reflejos y ayudados por el respirador artificial de la pauta oficial, los medios saturan las terapias intensivas del sistema público.

Ya no son grandes en el sentido de dimensión del negocio, sino en el cronómetro vital: enormes viejos de la comunicación.

Las últimas noticias, según nos aseguran expertos y pronosticadores, informan que la comunicación ya tiene nuevos ganadores − Facebook, Instagram, Twitter− y un destino cantado por el algortimo. A partir de ahora hacer un medio de comunicación es como trabajar en Rapi: obedecer a un bot para trasladar los propios contenidos hasta portales ajenos, y contribuir así a la fortuna de… Zuckerberg.

¿Hay otra opción?

Hay.

La dimensión del deseo

La primera vez que tuve que explicar qué significa ser una revista cultural independiente fue en el despacho del secretario de Finanzas de la Nación, una enorme oficina tapizada en madera ubicada en el tercer piso del Ministerio de Economía. El funcionario estaba anunciándonos que extendería la alícuota de IVA a todas las publicaciones periódicas y se tomaba la molestia de intentar convencernos de que se trataba de una medida muy sencilla de aplicar: aumentar un 21% el precio de una revista en nada iba a perjudicar la marcha de “nuestros negocios”. Habíamos concurrido a esa reunión junto a Beatriz Sarlo (en aquel momento responsable de la revista Punto de Vista) y Gustavo Noriega (El Amante). Recuerdo especialmente cómo nos miramos al escuchar la frase que pronunció el funcionario en un tono muy amable, con la intención de calmarnos y, sin duda, educarnos en las difíciles artes de la macro economía:

−No hay ninguna diferencia entre un zapato y una revista cultural.

Nos vimos obligados así a explicarle que había una sola y, por enorme, convenía que la tuviera en cuenta: gracias a esa única diferencia hiciera lo que él hiciera, nosotras, las revistas culturales independientes, mañana íbamos a estar y quizás él no.

La fecha en que fue pronunciada esa frase hace que me resulte difícil encontrar una mejor definición: era el 18 de diciembre de 2001.

Dos días después un presidente se iba en helicóptero. No sabemos cómo habrá implementado su huida el funcionario en cuestión, pero sí que nosotras, las revistas culturales independientes una vez más nos vimos obligadas a organizarnos y conversar.

Organizarnos y conversar, repito.

De eso se trata: de saber qué hacer y con quiénes.

De saber identificar problemas, distribuir recursos, prever desafíos y mensurar posibilidades.
De saber escuchar y a quién, de tener voz propia, y propia agenda de temas.

Somos hijas de una larga tradición de crisis y somos madres de un sinfín de soluciones que nos han permitido existir, resistir y reproducirnos no a pesar de las políticas económicas, sino gracias a ellas. Nos parió el fracaso, nos crió el default, nos amamantó el destrato del Estado, su política de producción de desigualdad, su aliento a la concentración mediática.

Nuestro poder creció con el desprecio académico: a menos inclusión en la currícula, mayores nuestras posibilidades de creación de posibles, el poder de nuestra imaginación y el impacto de nuestros sueños.

Así, sin nada, hicimos lo que quisimos, siempre.

Y en ese acto de amor hay Historia, y por eso mismo hay saberes que nos llegan como toda la sabiduría de la resistencia: por inmanencia, por contagio y por tener en claro una identidad que es hija de la libre elección, autogestiva.

Ser una revista cultural independiente representa ser raíz y ser alas, reconocerse en una memoria larga y en un horizonte amplio, donde hay lugar para todas y espacio suficiente para muchas más.

Ser revista cultural independiente es saberse pocas porque tenemos la dimensión del deseo: queremos siempre más.

Ser revista cultural independiente es inventar lo que no existe a partir de lo que hay.

Y lo que hay, señor funcionario de ayer y de hoy, señora académica de facultad de comunicación pública y privada, señor Presidente, señora senadora, aquello que hay y que construye esa única enorme diferencia; eso que es poder y es maravilla; eso que nos justifica y compromete; eso que nos hace ponernos de pie, emocionarnos y, por qué no, agrandarnos hasta volar por encima de las peores dificultades; esa diferencia, señor Fantasma del Secretario de Finanzas del Nefasto Diciembre de 2001, esa exclusiva diferencia se llama lectoras, lectores.

Estas líneas, entonces, son para agradecer a cada una de las personas que permiten a las revistas culturales independientes, desde hace tanto tiempo hasta hoy, no ser jamás ni cadáveres ni zapatos.

Gracias.

* Ésta nota apareció originalmente en LaVaca, y la publicamos en articulación como parte de nuestros esfuerzos autogestivos por más y mejor Periodismo Narrativo Latinoamericano.

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Arecia

La Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA) trabaja por el fortalecimiento de la edición cultural independiente, la defensa de sus derechos y la creación de políticas públicas que la reconozcan y respeten. Esta Asociación ha sido creada por un grupo de revistas que se comprometen a impulsar estos objetivos y a crear una red de información y recursos para todo el sector, abierta y de libre participación.

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