3. México / Tapachula: saltar la fosa
Tercera y última entrega de una cobertura exclusiva. Crónicas que describen la ruta centroamericana: vía de escape para miles de personas que intentan huir de crisis económicas y humanitarias, en la región más peligrosa del mundo para la población civil. La emoción de lograr el objetivo de llegar a México y alcanzar el penúltimo escalón migratorio se termina al pisarlo.
Texto y Fotos: Migue Roth
No van a decir sus nombres.
Ya saben —o al menos suponen— cómo funcionan las cosas si aparecen cámaras o micrófonos. Tampoco dirán su edad, aunque por contextura, tonos de voz y comentarios podemos inferir que rondan los trece o catorce años. Son dos niños mexicanos, que esperan clientes sentados bajo un árbol frondoso, del otro lado del río Suchiate, en la orilla guatemalteca. Se dedican a cruzar mercaderías en sus gomones, a atravesar la frontera hídrica de Guatemala/México, a tracción sanguínea.
Normalmente desaparecen, se esconden al ver agentes de seguridad o periodistas. Pero la presencia de los trabajadores humanitarios a quienes acompaño, abre una brecha de confianza y nos cuentan que son amigos, luego agregan riendo que más bien son socios en el negocio del cruce: a veces con un palo para impulsar la balsa, otras arrastrándola con cuerdas, con el cuerpo metido en el agua hasta la cintura o el pecho dependiendo el tramo. Lo hacen durante estos meses de baja, cuando el río está manso. Dejaron la escuela para cruzar mercaderías —que también suelen ser personas— por unos cuantos dólares. «Ahora tenemos mucho trabajo —dice el más locuaz, al tiempo que estruja su camiseta mojada de un cruce previo—. Hacemos buenos pesos».
No aclaran cuánto. Como tantos otros precios en la ruta migratoria, las tarifas varían dependiendo de la capacidad de regateo del cliente, su cara, apariencia, o la desesperación. Del lado mexicano, quienes esperan orientación bajo los árboles, a un coyote o algún tipo de asistencia en sus campamentos improvisados, aseguran que los balseros piden entre 50 y 100 dólares, por persona. Montos siderales para migrantes que, luego de miles de kilómetros de travesía y desventuras, apenas avanzan con lo puesto.
Murió el American dream. La aspiración es vivir el riesgo de trabajar sin papeles, en precariedad, sometidos a extenuantes jornadas, donde sea, con tal de ganar ese bendito —¿maldito?— margen de pocos dólares para enviar una remesa.
* Ésta nota es una introducción a una cobertura exclusiva que publicó Relatto, en tres crónicas que describen la ruta centroamericana: vía de escape para miles de personas que intentan huir de crisis económicas y humanitarias en la región más peligrosa del mundo para la población civil.
Migue Roth
Editor | Periodismo narrativo
Graduado en Comunicación y en Fotoperiodismo; se especializó en Periodismo en la respuesta a las crisis humanitarias. Freelance y docente universitario. Editor y fundador de Angular. Recorre Latinoamérica con el foco puesto en las problemáticas sociales y sus transformaciones.
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