Con fotografías de Santi Carneri y xilograbados exclusivos “de los seis”, una muestra dura e íntima retrata la vida en el penal de Tacumbú de los campesinos usados como chivo expiatorio por el sistema judicial paraguayo. 

En el espacio Miguel Acevedo del Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino/ Manzana de la Rivera | Asunción, Paraguay 

La Coordinación de Derechos Humanos (CODEHUPY) inaugurará la muestra Desde nuestro rincón de libertad, compuesta por fotografías del periodista Santi Carneri, que retratan la vida en el penal de Tacumbú de los 6 campesinos, dirigentes sociales de Paraguay usados como chivo expiatorio por el sistema judicial.

También podrán apreciarse xilograbados realizados por los mismos dirigentes, durante un taller en el penal coordinado por los artistas visuales César Chaparro y Luis Ocampos Pompa.

Los 6 campesinos son Agustín Acosta, Simeón Bordón, Basiliano Cardozo, Gustavo Lezcano, Roque Rodríguez y Arístides Vera.

La exposición se realiza en conmemoración del día internacional de la lucha campesina y el día internacional de la presa y el preso político, que se recordaron el pasado 17 de abril y permanecerá habilitada hasta el 7 de mayo.

Sobre los protagonistas

Los Seis tienen en común muchas cosas. Su comportamiento es ejemplar en la cárcel y cuentan con el respeto de la población penal. Todos fueron condenados a 35 años. Todos dan algún tipo de servicio educativo a los presos más pobres y se dedican a realizar diariamente algunos de los pocos oficios que existen allí, como la panadería, la cocina o la carpintería. Todos comparten un pasado común. Trabajaban la tierra en zonas rurales, y en sus comunidades eran dirigentes y activistas de organizaciones que defienden el acceso a la tierra y al trabajo de campesinos y campesinas en el país con la distribución de la tierra más desigual del mundo, según Oxfam.

En Paraguay, desde la caída de la dictadura en 1989, en el conflicto por la tierra fueron asesinados 115 dirigentes campesinos, pero ningún autor moral ha sido condenado, según muestra el informe Chokokue de Codehupy. Desde 2012, año de la masacre de Curuguaty, se vislumbra un cambio de método en la represión a quienes exigen tierra: si no los matan, los judicializan. Entre 2013 y 2015, fueron 460 personas imputadas y 273 detenidas, como el cocinero Genaro Meza.

Uno de los campesinos de Tacumbú es Roque Rodríguez, de 64 años. Tiene cabello canoso y anteojos de abuelo. Desde su celda, que es habitación y despensa a la vez, ve cómo unos jóvenes “pasilleros” -como llaman a los que por ser tan pobres, viven en los corredores y patios de la cárcel- despojan a otro de unas bolsas con ropa y comida que le acababa de traer su madre. Rodríguez es uno de Los Seis, el grupo de campesinos encerrados desde hace casi doce años tras ser incriminados en base a un solo y controvertido testimonio, en el caso del secuestro y muerte de Cecilia Cubas Gusinky, hija del ex presidente Raúl Cubas.

Hoy Rodríguez vende mate, hielo y cigarrillos, y dice que sus habilidades de líder campesino le sirven para saber manejarse con la gente. “Me llevo bien con todos”, relata señalando a los pasilleros desde su humilde pero arreglada y funcional celda. Cuando fue imputado, era secretario general del Movimiento Agrario y Popular. Terminar en la cárcel no era algo que cruzaba por su mente. “La jueza tenía vergüenza cuando me condenaba, porque sin pruebas me estaba condenando (…); por presión política me condenaron y hace casi doce años que estoy aquí, aguantando”, cuenta.

El abogado y secretario general de la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay (Codehupy), Óscar Ayala Amarilla, explica que la condena de Los Seis se apoyó en el testimonio de una sola persona, y que además ésta había hecho declaraciones contradictorias.

“Son condenados en base a un testimonio, que de por sí es ya una prueba mínima al no ir acompañada de documentación, y es controvertida porque no alcanzaría en ningún juicio normal para condenar a nadie”, dijo Ayala. “La actuación de la justicia frente a estas seis personas condenadas ha sido falto de todo tipo de garantías”, añadió.

Presos políticos

Un preso político o preso de conciencia es una persona encarcelada por sus ideas, cuya detención vulnera derechos fundamentales. Aunque la definición tiene muchos matices y discusiones, la de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa es bastante clara: “un preso político debe considerarse como tal únicamente si la detención ha sido efectuada violando alguna de las garantías fundamentales establecidas en el Convenio Europeo de Derechos Humanos o cualquiera de sus protocolos”. En el caso de Los Seis, se violaron al menos 42 artículos del Código Procesal Penal, la Constitución paraguaya y tratados internacionales. Actualmente, la admisibilidad y los argumentos de fondo de su caso son estudiados por la CIDH.

También son presos políticos si la detención ha sido impuesta por razones puramente políticas, o si por esos mismos motivos, la duración de la detención o sus condiciones son claramente desproporcionadas con respecto al delito del que se ha declarado culpable. Si el sujeto es detenido de manera discriminatoria en comparación con otras personas o si la detención es “el resultado de procedimientos que fueron claramente ilegales y esto pudiese estar relacionado con los motivos políticos de las autoridades”.

Según Amnistía Internacional, “presos de conciencia son aquellas personas que, sin haber utilizado la violencia ni haber propugnado su uso, son encarceladas o sometidas a otras restricciones de su libertad a causa de sus creencias, su origen étnico, sexo, color o idioma”.

“En términos de los movimientos sociales está resuelto: son condenas sin legitimidad democrática. Todas las personas condenadas en ambos juicios son dirigentes campesinos que han estado vinculados a luchas políticas por la tierra y la reforma agraria en el ámbito rural. Lo otro que tienen en común es la instrumentación extrajudicial o política de sus causas”, remarcó Óscar Ayala sobre los labriegos y labriegas condenados.

Desde nuestro rincón de lucha se titula una autobiografía que Arístides Vera, otro de Los Seis, docente y cocinero, escribió con sus otros compañeros. Lo publicaron al cumplir diez años de prisión. Allí, él resume su deseo de vida, un deseo que asegura le ha costado la cárcel: “Mi origen es campesino. Mi sueño de libertad es que el campesinado tenga tierra, techo, salud, educación, accesibilidad a caminos para que sus productos sean más fáciles de comercializar. La libertad para mí es que toda mujer y hombre campesino tenga posibilidad de trabajar y vivir dignamente. Por eso he luchado durante toda mi vida y por eso me han encerrado. Soy un preso político”.

Santi Carneri

Periodista  |  Fotógrafo

«Especializado en temas sociales, ambientales y de derechos humanos, he trabajado como reportero y fotógrafo para The New York TimesAssociated Press (AP)The GuardianEl PaísUnivisionDeustche Welle, Al Jazzera y BBC, entre otros. Empecé mi carrera como reportero y fotógrafo local en Madrid. Después fui corresponsal para la Agencia EFE / EPA (Agencia de Prensa Europea) en España, Brasil y luego en Paraguay.»