«Es necesario hablar con las infancias sobre el genocidio que está perpetrando Israel en Gaza»
Más de 18.500 niños y niñas fueron asesinadas en Gaza desde octubre de 2023. Frente a ese horror, un grupo de escritores de literatura infantil y juvenil decidió alzar la voz. Teresa Andruetto, referente de la literatura, cuenta cómo nació esta iniciativa colectiva desde la urgencia de interpelar al mundo editorial y la necesidad de hablar con las infancias sobre la violencia que atraviesa a sus pares de Palestina.
Por: Iniaki Rubio Mendoza / La tinta

Cada hora, un niño muere en Gaza. La infancia se ha convertido en el blanco más frágil y expuesto de una violencia que se recrudece desde hace casi dos años. Desde el 7 de octubre de 2023, más de 18.500 niñas y niños fueron asesinados en un territorio donde los hospitales ya no tienen anestesia, los alimentos y medicamentos no logran ingresar, y los cuerpos se amontonan bajo los escombros. No son muertes “colaterales”: se trata de infancias convertidas en objetivos directos de las fuerzas armadas sionistas. Y lo hacen sin ocultarlo, como lo demuestran las palabras del ministro de Seguridad israelí, Itamar Ben-Gvir: “No podemos permitir que mujeres y niños se acerquen, cualquiera que lo haga debe recibir una bala en la cabeza”.
Frente a este horror, un grupo de escritores y escritoras de literatura infantil y juvenil decidió alzar la voz y reunirse en torno a la plataforma de Autores y Autoras de la Literatura Infanto Juvenil, quienes publicaron una carta en redes sociales para denunciar el genocidio que el Estado de Israel está perpetrando en Gaza. “Exigimos que Israel deje de cometer estas atrocidades y pedimos a las organizaciones que nos representan, como al International Board on Books for Young People (IBBY) y sus delegaciones locales, así como a editores, libreros, difusores, intermediarios, vendedores, etcétera, que se pronuncien y denuncien el genocidio”, dice la escritora Teresa Andruetto en diálogo con La tinta.
Precisamente, la ganadora del Premio Hans Christian Andersen 2012 relata que la iniciativa nació de conversaciones con otros autores, entre los que se encuentran Ruth Kaufman, Laura Escudero Tobler, Matías Trillo, Adolfo Córdova o David Warner. “Este último, escritor argentino de origen judío y residente en Israel, instaba mucho a que nos pronunciáramos. Sentíamos la necesidad de expresarnos desde nuestro vínculo con la literatura infantil, focalizando en los niños; es decir, preguntándonos cómo la literatura para infancias podría reaccionar ante un genocidio que se cierne sobre la niñez en Gaza”, detalla Andruetto.
El IBBY, cuenta la escritora, fue creado por la Jella Lepman, judía perseguida durante el nazismo, quien estaba convencida de que los libros podían ser puentes de paz y de entendimiento entre los pueblos, especialmente a través de los niños. “Eso nos dio un fundamento simbólico y ético para encarnar esta protesta: no matar niños, una verdad de humanidad básica”.

Imagen: Diario Sirio-libanés / The Washington Post.
Sobre esa base, escribieron una carta colectiva y comenzaron a reunir firmas —individuales e institucionales— especialmente de personas vinculadas con los libros para niños. “Los primeros contactos fueron lentos: muchos no respondían, otros se escudaban en la falsa idea de una ‘guerra entre dos partes’, similar a la teoría de los dos demonios de la dictadura. Argentina ha tomado posición en otros genocidios, como en relación con el nazismo, pero, en este caso, el pronunciamiento fue casi inexistente. En este país, no había una voz para eso, por lo menos públicamente”, recuerda la escritora.
El cerco también tiene un costado cultural ligado a la memoria judía en Argentina, según Andruetto: “Aquí la cultura judía ha hecho aportes muy importantes en edición, librerías, galerías de arte y esta situación de Israel en Palestina los pone en un lugar incómodo con respecto a su historia. Pone en tensión al imaginario del judío como víctima, pasándolo a victimario. Eso genera resistencias y silencios”. Pero a medida que la tragedia se hizo más visible y hubo más expresiones de condena pública, creció el apoyo y la carta fue sumando adhesiones. Si te interesa sumarte, podés hacerlo a través de este enlace.
Más acciones
Pero la carta no es la única iniciativa llevada a cabo por los escritorxs infantiles en contra del genocidio de Gaza. Andruetto cuenta que varias autoras argentinas presentes en la pasada Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, la más importante del gremio, realizaron varias acciones simbólicas, como sacarse fotos con consignas en defensa de la cultura palestina. “La feria no permitió ninguna declaración pública oficial, pese a que en privado les dijeron que estaban de acuerdo. Lo único que pedían era que Israel no participara como expositor, pero no lo consiguieron”.
La escritora cuenta que, hasta el momento, intentaron aprovechar cada situación pública para hacer visibles sus reclamos. “Por ejemplo, en la apertura de la última Feria Internacional del Libro Infantil de Buenos Aires, en julio, fui invitada a leer un texto inaugural. Me invitaron antes de realizar el manifiesto de los escritores infantiles, pero, de igual manera, aproveché para pedir un minuto de silencio por Gaza, incorporando además una mención a la memoria del atentado a la AMIA, lo cual tuvo una repercusión mucho mayor de lo que me hubiera imaginado”.

Sensibilidad crítica en las infancias
¿Cómo hablar con las infancias argentinas sobre el genocidio? Andruetto señala que la clave está en hacer pedagogía. “Se puede trabajar haciendo conexiones con experiencias vividas en nuestro país; por ejemplo, se puede trabajar en marzo, en el mes de la memoria, haciendo una conexión entre la dictadura de aquí y las destrucciones de hoy en Gaza”. Propone también asociar información concreta —una explicación clara de la cantidad de muertos, del bloqueo de alimentos y medicamentos, testimonios de personal médico que opera sin anestesia, etc.— para que puedan comprender la magnitud verdadera de lo que sucede.
“Debemos enseñar a cuestionar si un pueblo tiene derecho a destruir a otro, si pueden sacarle el derecho a comer o recibir atención médica, si está bien que vivan como en una jaula porque les quitaron el territorio”. Y sugiere referenciar autores como Edward Said o David Grossman, escritor israelí, crítico de su país y autor de Escribir en la oscuridad. “La pedagoga israelí Nurit Peled-Elhanan es otra de las autoras que habla de este tema: cuestiona la representación del enemigo en los libros infantiles israelíes, la construcción del otro, en este caso, del ciudadano palestino, como demoníaco, como algo que debe ser destruido. Es necesario hablar con las infancias sobre el genocidio que está perpetrando Israel en Gaza”. Porque ponerlo en palabras no es un gesto menor: es asumir la responsabilidad de nombrar la violencia, defender desde la educación el derecho de cada niño y niña a una vida digna, y empezar a tejer las garantías de que algo así no vuelva a suceder nunca más.
* Ésta crónica apareció originalmente en La Tinta y la publicamos en articulación como parte de nuestros esfuerzos autogestivos por más y mejor periodismo narrativo alternativo.
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