¿Se podrá contener el virus en campos de personas refugiadas?
«250 personas tienen que compartir un mismo grifo en los campamentos de personas refugiadas —confirma la oenegé Oxfam—, y muchas de ellas viven en un espacio menor a los tres metros y medio cuadrados por persona recomendados, por lo que resultará extremadamente difícil contener los brotes de COVID-19»
Informe: Oxfam Intermón
El virus podría también tener consecuencias devastadoras en zonas afectadas por conflictos, como Yemen, Siria o Sudán del Sur, donde la población ya se enfrenta a un elevado nivel de malnutrición, a la proliferación de enfermedades como el cólera y a la falta de acceso a agua apta para el consumo y atención médica.
Oxfam Intermón señala que el campamento para personas refugiadas Rohinyá en Cox’s Bazar, en Bangladesh, está enormemente masificado. El riesgo de malnutrición y de proliferación de enfermedades como la disentería, el cólera y el tifus ya es de por sí elevado, poniendo en peligro la salud de las comunidades en la zona. El acceso a servicios médicos básicos es muy limitado, y mucho más aún la atención médica especializada.
El campamento de Moria, en la isla griega de Lesbos, que se construyó para acoger a 3.000 personas, alberga actualmente a casi 20.000. Hasta 160 personas tienen que compartir una misma letrina, sucia, y más de 500 utilizan la misma ducha. En algunas zonas del campamento hay un grifo para cada 325 personas, y no hay jabón. En una misma construcción, tienda o refugio improvisado pueden vivir entre 15 y 20 personas.
Además de los campamentos de personas refugiadas, hay muchas otras comunidades con las que Oxfam Intermón trabaja y que son especialmente vulnerables al coronavirus. En Gaza, por ejemplo, donde ya se han confirmado diez casos de COVID-19, la densidad de población es de más de 5.000 personas por kilómetro cuadrado, y hay menos de 70 camas de cuidados intensivos para una población de dos millones de personas.
«El número de víctimas mortales en todo el mundo está aumentando rápidamente», apunta Pilar Orduña, responsable de la respuesta de Oxfam Intermón contra el coronavirus, «pero esto será sólo la punta del iceberg si el virus se expande a las comunidades más vulnerables del mundo».
«Es fundamental que no demos la espalda a millones de personas en situación de fragilidad en el mundo. La comunidad internacional debe movilizar una cantidad enorme de recursos para que los países en desarrollo puedan resistir y podamos cumplir con la promesa de ‘nadie está a salvo hasta que todo el mundo lo esté’».
«Millones de personas en países de África meridional, central y oriental, entre otros, ya se enfrentan a una escasez de alimentos aguda y crónica, y se verán duramente afectados —afirma Orduña—, tanto por la enfermedad como por las restricciones para evitar su propagación, y todo ello pondrá todavía más en entredicho su seguridad alimentaria y sus medios de vida».
Por su parte, José María Vera, director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, señala que «la pandemia está teniendo consecuencias económicas devastadoras en todo el mundo, pero en los países pobres, donde las personas ya se enfrentaban a grandes dificultades para salir adelante, apenas hay redes de seguridad para evitar que caigan en la pobreza».
Los ministros de Finanzas del G20, el FMI y el Banco Mundial «deben acordar la inmediata inyección de dinero en los países en desarrollo —ha añadido Vera— para ayudarlos a rescatar a los colectivos en situación de pobreza y vulnerabilidad.»
Desde Oxfam aseguran que solo una de cada cuatro personas desempleadas en el mundo tiene acceso a prestaciones por desempleo. Las mujeres están en la primera línea de la respuesta al coronavirus y tienen más probabilidades de ser las más perjudicadas económicamente. Constituyen el 70% de la fuerza laboral en el sector de la salud en el mundo, y se ocupan del 75% del trabajo de cuidados no remunerado, lo que incluye el cuidado de los hijos, de las personas enfermas y de las personas mayores.
Oxfam Intermón
«Queremos un futuro sin pobreza. En los últimos 15 años se ha conseguido reducir la pobreza extrema a la mitad. Es una buena noticia, pero insuficiente. Por eso nuestro trabajo está orientado a acabar con las desigualdades sociales y económicas, que son el origen del problema. La pobreza es inaceptable. Y evitable.»
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