Golpe a golpe el Warriors Club renueva las esperanzas en Yarmouk
En medio de las ruinas de Yarmouk, un entrenador palestino levanta su gimnasio como quien levanta una promesa: devolverle al barrio la fuerza, la disciplina y la esperanza. Entre colchonetas y cicatrices, el Muay Thai se convierte en una forma de reconstrucción.

Mahmoud Owuys es un entrenador de artes marciales palestino que regresó a Yarmouk, el campo de refugiados que Al Assad intentó arrastrar al olvido. Con sus propias manos reconstruyó el antiguo gimnasio desde las ruinas donde daba clases antes de la guerra iniciada en 2011. Ubicado en un viejo centro de deportes sobre la avenida Palestina, Owuys completó la larga tarea con el apoyo de los vecinos. Ahora el gimnasio se encuentra recién pintado, lleno de colchonetas y sacos de boxeo. El Muay Thai domina el espacio llenando de vitalidad tanto a niños como a adultos, sirios y palestinos, varones y mujeres dándoles más que un deporte, sino fuerza y esperanza.
“Este lugar es una fábrica de héroes”, dice orgulloso Owuys.
En Yarmouk, el combate contra la escasez de electricidad, agua y otros servicios básicos absorbe gran parte de la energía de los pobladores del campamento fundado en 1957. Pero nada impide que “los guerreros” acudan a los entrenamientos, para cultivar sus cuerpos y alimentar sus espíritus. “La destrucción masiva provocó que la gran mayoría de la gente se vaya del campamento, ahora muchos de los estudiantes viven afuera del campamento esperando que sea reconstruido” explica el entrenador.
La devastación de Yarmouk suele ser comparable a la que actualmente sufre Gaza. Más de un millón de personas fueron desplazadas y más de 4.300 fueron asesinados entre 2011 y 2018 según la ONU. “Para restaurar esta ciudad no es suficiente con levantar paredes, necesitamos construir los corazones y las mete de la juventud” afirma Owuys “algo que el deporte puede conseguir”.
“El Muay te enseña a tener autocontrol, a confiar en vos mismo, a fortalecer tu cuerpo, tu mente, a ser paciente, es un estilo de vida que se complementa en todo.”
Cada señal de vida en Yarmouk es un brote verde surgido luego del 8 de diciembre cuando cayó el gobierno de Assad. Hoy, el reto no es construir muros, sino volver a confiar, levantar puentes entre la gente y abrir puertas entre las comunidades. En el Warriors Club con cada puñetazo, cada patada, cada sesión de entrenamiento, siembran las semillas de un nuevo futuro.
En un lugar donde la electricidad es un lujo y el agua un desafío, el Warriors Club se ha convertido en un refugio. Un espacio donde el cuerpo y la mente se fortalecen, donde la comunidad vuelve a encontrarse y los jóvenes aprenden que resistir también puede ser un acto de creación. En Yarmouk, el deporte dejó de ser una práctica para convertirse en una forma de esperanza: el primer paso de una reconstrucción que empieza desde adentro.
El camino es largo, pero con cada paso, Yarmouk vuelve a respirar.
* Khaldoun al-Mallah contribuyó para la realización de este reportaje.
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