Los contactos de los pueblos aislados
En Ecuador se han identificado dos grupos de pueblos indígenas en aislamiento (PIA): los Tagaeri y los Taromenani. Existe poca información sobre ellos —incluso hay quienes dicen que son un solo grupo y no dos— y en las noticias solo aparecen cuando se da un enfrentamiento entre ellos e indígenas waorani, o trabajadores de empresas de industrias extractivas como el petróleo o la madera.
Sin embargo, los PIA tienen muchos más contactos que los que se registran en los medios de comunicación.
Este proyecto —financiado con la Beca TOA-GK— recoge testimonios en audio, fotos y videos de indígenas waorani que, de alguna u otra manera, han tenido contacto con los mal llamados no contactados. También muestra datos históricos de estos pueblos que decidieron no tener contacto con otras personas luego de que los proyectos petroleros ocuparan, cada vez más, su territorio.
Texto, Fotografía & Video: Carolina Zambrano
Collar tomado como trofeo por Babe Ima durante una incursión a una casa taromenani, está hecho con objetos “occidentales” encontrados durante sus caminatas. Ahora en poder de Manuela Ima.
Estos tres testimonios de mujeres relatan diferentes tipos de encuentros o vínculos con los pueblos aislados
¿Cómo son los contactos?
Según el antropólogo Roberto Narváez, quien lleva más de 11 años estudiando los pueblos indígenas en aislamiento de Ecuador, existen tres condiciones de contacto que se da en estos pueblos:
1. El contacto de interrelación e interdependencia con los waorani, en donde se dan encuentros casuales no mortales, ya que tienen ancestros comunes y cohabitan el mismo territorio. Este es el caso narrado por Omeñía.
2. Relación intermitente e interesada por el intercambio directo de productos en período de traslado, en donde los aislados pasan por ciertos poblados y hacen uso de recursos comunes. Por ejemplo, cuando saben que es época de chonta, se movilizan hacia los territorios donde saben que hay buena cosecha. Algunas familias waorani disponen de chacras con yuca para que ellos puedan cosechar a su paso, y donde estos a cambio dejan canastas con carne de monte. Un caso de este contacto es narrado por Mimaa.
3. Contacto y desplazamiento forzado por la irrupción en el territorio debido al avance de la frontera extractiva, turística y de colonización. Este tipo de contacto ha generado conflictos entre clanes, colonos, petroleros y madereros, enfrentamientos que han terminado en matanzas ya que no ocurren en una relación de intercambio sino más bien de rechazo. Como en el caso del padre de Manuela cuyo caso es contado por ella.
Estas imágenes muestran rezagos de estos contactos
Tapare Nuani es una mujer waorani que vive con su esposo y sus hijos en Boanamo, una comunidad en la orilla del río Shiripuno, en el Parque Nacional Yasuní, en la provincia de Orellana. En 2016, su hijo Caiga fue lanceado por un grupo Taromenani mientras navegaba junto a su esposa Tweñeme por el río Shiripuno. Ella sobrevivió luego de avanzar herida hasta la casa y ser trasladada de emergencia al hospital de El Coca, la capital de la provincia, en un helicóptero de las Fuerzas Armadas. Caiga murió y fue trasladado a su comunidad, Boanamo, luego de que su familia encontrara su cuerpo lanceado en la playa. Esta es una de las lanzas que se encontró junto al cuerpo. Mide más de tres metros y está decorada con piola de plástico azul y plumas de colores.
Manuela Ima, mujer de la nacionalidad indígena waorani, lleva en su cuello un collar que heredó de su padre, y fue fabricado por los Taromenani. El collar está delicadamente diseñado con residuos de plástico y placas de metal identitarios de las petroleras, tapas de botellas, cierres de blue jean, dientes de animales, y otros elementos que ellos recolectaron en el camino por donde convergen las huellas del extractivismo que los acecha.
En 2017 se hicieron nuevas perforaciones de pozos petroleros en medio de la comunidad waorani de Tiwino, ubicada en el Bloque 66. Las perforaciones se realizaron al lado del Centro de Salud y la escuela; las máquinas trabajaron día y noche provocando ruidos ensordecedores a toda la comunidad.
Las comunidades waorani que viven a los lados de las vías de la expansión petrolera son las más vulnerables y menos atendidas por el Estado. No cuentan con un sistema de salud ni educación que garanticen el “derecho a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado” según consta en la Constitución del 2008, a pesar de toda la riqueza que se extrae de sus territorios.
Un pueblo en extrema vulnerabilidad
En 1956, la nacionalidad indígena waorani —que habitaba una extensa zona del territorio amazónico del Ecuador— tuvo los primeros contactos con mestizos. Debido a la expansión petrolera que empezaba a ocupar territorios en los que habían vivido durante siglos, algunas familias decidieron adentrarse en la selva, no tener contacto y vivir de forma tradicional como lo venían haciendo siempre. Hoy a esos grupos se los conoce como Pueblos Indígenas en Aislamiento (PIA) o Tagaeri-Taromenani que, en idioma waorani, significa “los que encontramos en el camino”.
La OEA describe a los Tagaeri y Taromenani como “pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV) que han optado por vivir sin mantener contacto con la población mayoritaria”. Dice que son conocidos como pueblos ecosistémicos porque viven en estricta relación de dependencia con su entorno ecológico. Estos pueblos se movilizan de forma estacional en un territorio amplio donde recolectan alimentos y cazan. La OEA dice que debido a esta estricta dependencia con el ecosistema, cualquier cambio en el hábitat natural puede perjudicar tanto la supervivencia física de sus miembros y como pueblo indígena en sí.”
Aunque la descripción “aislamiento voluntario” reconoce la decisión de mantener un estado de autarquía social, esta concepción excluye la realidad de que estos pueblos son también desplazados de forma forzada por un sistema que los acorrala y amenaza. Para el Estado ecuatoriano y otros organismos, los pueblos indígenas en aislamiento denominados también como “no-contactados” solo existen nominalmente. Sin embargo, ese mismo Estado vulnera su existencia, que prevalece en prácticas, lenguajes, símbolos y códigos que, contrarios a la idea de no-contacto, dan cuenta de una construcción cultural dinámica y cosmovivencia en amenaza.
Los PIA a través del tiempo
Parte de la información disponible sobre los PIA son los enfrentamientos que han terminado en muertes. Para la socióloga Kati Alvarez, “los contactos entre waorani y pueblos aislados han existido de manera intermitente y sostenida a lo largo de los años, de estos contactos, los que son pacíficos no dejan de ser tensos, y los que terminan en matanzas casi siempre se dan por presión, ante la apertura de vías, excavaciones de pozos petroleros y extracción por parte de madereros.”
Esta es una línea de tiempo de esos encuentros violentos.
¿Dónde están?
En 2007, el gobierno ecuatoriano —bajo el Decreto Nº 2187— delimitó la ya existente Zona Intangible Tagaeri Taromenani (ZITT) del Parque Nacional Yasuní que había sido creada en 1999. Ese año, bajo el Decreto N° 552, se creó esta zona para que, supuestamente, los PIA pudiesen vivir tranquilos y, según señalan las consideraciones del decreto, para “garantizar el derecho colectivo de los pueblos indígenas a nos ser desplazados de sus tierras conforme a lo establecido en el número 8 del artículo 84 de la Constitución de la República. Sin embargo, según el sociólogo y ecologista político Emiliano Terán Montovani, “la concepción de los Parques Nacionales tiene su origen histórico en las lógicas de gobernanza y ordenamiento territorial del colonialismo”. Y dice que, en el caso de América Latina, esta división de los territorios tiene que ver con la funcionalidad del modelo extractivista, pensados como “zonas de reserva”, es decir una especie de planificación de recursos para el futuro; sin embargo, él reconoce que aunque hay intereses económicos, políticos y geopolíticos en sus diseños, también han sido herramientas utilizadas por diversos movimientos conservacionistas para proteger ecosistemas.
El siguiente mapa está basado en testimonios de años recientes sobre avistamientos de los pueblos indígenas en aislamiento. Muestra que estos se mueven por fuera de las fronteras imaginarias que el Estado delimitó, ignorando su dinámica de movilidad tradicional que se da de forma estacional y cíclica.
Las alertas internacionales
En 2017, la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas oficializó las Directrices de Protección para los Pueblos Indígenas en Aislamiento y en Contacto Inicial de la Región Amazónica, el Gran Chaco y la Región Oriental de Paraguay, que el Estado ecuatoriano debería cumplir. Sin embargo, el Estado ha sido y es acusado de una serie de violaciones a los derechos de estos pueblos y sus territorios, al ser el responsable de custodiar la Zona Intangible Tagaeri y Taromenani y carecer de los medios efectivos para garantizar un adecuado control y vigilancia de la zona.
Por esta razón, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó el 30 de septiembre de 2020 ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) el ‘caso 12.979 Pueblos indígenas en aislamiento voluntario Tagaeri y Taromenani’. La primera vez que la Comisión recibió información sobre este tema fue hace 14 años, por ello el que haya elevado el caso a la Corte representa un gran avance para la protección de estos pueblos.
Este es el primero en la Corte relativo a pueblos indígenas en aislamiento que espera una sentencia que, entre otras cosas, obligue a ejercer medidas de protección por parte del Estado Ecuatoriano.
Un asunto urgente
La nacionalidad indígena waorani, una de las 11 que habitan la Amazonía ecuatoriana, es la que más contacto ha tenido con los pueblos indígenas en aislamiento. Estas son las respuestas, en formato fotoaudio, de tres líderes wao a quienes les preguntamos:
¿Qué crees que el Estado ecuatoriano y el nuevo gobierno deben hacer para garantizar la protección de los pueblos aislados?
Reportería, fotografía y video: Carolina Zambrano
Coordinación editorial: Isabela Ponce – GK
*Esta es una de las seis historias ganadoras de la primera edición de la Beca TOA-GK de periodismo de profundidad en la Amazonía, en colaboración con Hivos, en el marco del programa Todos los Ojos en la Amazonía.
Carolina Zambrano
Fotógrafa documental, educadora y artista visual ecuatoriana.
Es miembro del colectivo Fluxus Foto y co-fundadora de “Mujeres Mirando”, un proyecto de mujeres interculturales que reúne miradas de la selva amazónica. Sus intereses y temas rodean la interculturalidad, identidad y ecología.
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