Afganistán para latinoamericanos: un acercamiento

Es correcto poner el foco en Afganistán, mirar aquel territorio y a su gente que tienen —desde el dolor, la fragilidad y el valor — mucho por mostrarnos. De todas maneras, tenemos el lente uno o dos puntos desenfocados. Y eso limita seriamente nuestra comprensión.

¿Se pueden trazar puentes con la realidad latinoamericana? ¿Hay información fiable en español?

Redacción Angular  |  Fotos: Eric Itín

* Kabul está —nuevamente— en manos del Talibán. ¿Es Afganistán un país ingobernable?

Es curioso: cada vez que hablamos de Afganistán nos aparece en la mente un territorio en conflicto, ¿no?
Si uno hiciera un ejercicio de psicogénesis —en el que se dice lo primero que viene a la cabeza cuando nos nombran un objeto, a alguien o un lugar— en el caso de «Afganistán», el imaginario tiende a colmarse de imágenes de guerra y muerte. Y allí radica uno de los problemas más serios sobre Afganistán: es incomprendido porque —entre otros motivos— es un territorio explicado de forma tan incompleta como superficial. Nos quedamos con esa idea falsa, una reducción repleta de estereotipos.

Hace días que amigas y amigos nos escriben por privado consultando nuestra opinión sobre lo que sucede allí. Hemos dicho, desde un inicio, que nos parece que las fuentes más fiables son las que están en terreno. Y no nos gustaría repetir lo que hemos escuchado hasta el cansancio estos días, ni opinar a partir de las imágenes que las cadenas de noticias han reiterado una y otra vez. Algunos de nosotros (quienes conformamos Angular) llevamos años cautivados por este país. Alguna vez, el extraordinario periodista polaco Wojciech Jagieslki —a quien le sucedía algo similar— lo explicó citando a otro periodista: «Para ser sincero, no viajaba a aquel país solo por los afganos, sino también para escapar de la arrogancia del mundo del cual pertenezco, el mundo de la alta tecnología y de la baja calidad de vida, del egoísmo en el que solo se persigue el lucro y un absurdo de poder».
Eso da a entender que allí, en Afganistán estos colegas encontraban —al menos por momentos— algo opuesto; algo más vinculado a lo trascendental. Y lo hallaban en lo simple. En la vida de las personas anónimas, marginadas o ignoradas.

…para entender mejor la situación, se requiere —en primera instancia— más información. Y hoy por hoy hay un peligroso blackout informativo. No sabemos qué pasa realmente. No hay periodistas en el terreno.

Afganistán fue y es un puente entre Asia, el lejano oriente, y Europa. Era el punto de conexión para viajeros y comerciantes, para caravanas que iban y venían a India, a China, a Arabia, a Persia, a Occidente. Desde lo geopolítico —ya lo sabemos—, fue pretendido por cuanto imperio hubo. Desde Alejandro Magno hasta hoy, no hay potencia extranjera que haya puesto un pie en el país (sin ser luego «expulsada»). Como bien lo planteó Fer Duclós: «En el ajedrez, se dice que quien domina el centro domina el partido. Afganistán es un poco eso: por ello, a lo largo de la historia, en el corazón del planeta, varios imperios se esforzaron en conquistarlo.»

Y es aquí donde comienzan a aparecer preguntas insistentes: ¿cómo es ese pueblo que resiste y resiste, en entornos así de hostiles, críticos y violentos? ¿qué sucede con el ciudadano a pie, con el poblador promedio? ¿qué pasa con los miles y miles que no llegaron a Kabul?
Ahora pareciera que todo se reduce al aeropuerto de Kabul, ¿no?
¿Por qué?
Porque es donde quedan tropas y algunos testigos que pueden contar lo que ven. Que pueden grabar y emitir fragmentos de imágenes violentas.

El punto es que, como cualquier cúmulo de fragmentos, muestran una parte, pero también confunden.
Afganistán tiene más de treinta millones de habitantes. ¿Qué pasa en Kandahar, al Sur? ¿Qué pasa en Mazar-e Sarif, al norte? ¿Y en Herat, al oeste? ¿y Jalalabad, al este? ¿Qué pasa en el Panjshir?

* Izq./ «Antes de la llegada del Talibán a las calles de Kabul, las imágenes de Ahmad Shah Massoud —el Che Guevara afgano— se repetían en posters y paredes» (Eric Itín). /  Der.  Fotomontaje y retrato de  Massoud, a quien también apodaban «El león del Panjshir».

¿Cómo es ese pueblo que resiste y resiste, en entornos así de hostiles, críticos y violentos? ¿qué sucede con el ciudadano a pie, con el poblador promedio? ¿qué pasa con los miles y miles que no llegaron a Kabul?

¿Qué pasó para que el Talibán llegara al poder tan pronto? ¿Es cierto que hay enormes porcentajes de la población que los apoya? ¿Cómo es posible? ¿De dónde surgen? ¿Qué fueron esas grabaciones de jóvenes talibán jugando en autitos chocadores o en viejos parques de diversiones? ¿Qué nos dice eso de ellos? ¿Cuánto sabemos de dónde vienen? ¿Cuánto sabemos de sus infancias en campos de refugiados?

¿Conocerlos es justificarlos? ¿O nos permitiría comprender con más claridad cómo contrarrestar la violencia?

Por otro lado, ¿cuáles son las intenciones de China? ¿Por qué, con mucha cautela y fuera de todos los micrófonos, fueron los primeros en acercarse a los líderes Talibán una vez en el poder?

¿Por qué los norteamericanos apresuraron la salida y dejaron decenas y decenas de arsenales en el camino, sin destruir?


Semanas atrás, uno de los pocos medios que tuvo acceso a zonas que ya habían comenzado a ser ocupadas por el Talibán (colegas con fixers locales, claro), alcanzaron a registrar arsenales repletos de armas, conteiner llenos de municiones, blindados nuevos, todo a disposición… ¿Fue un gesto de paz la liberación de más de cinco mil Talibán a pocas semanas de anunciada la desmilitarización norteamericana? Se trataba de miles de presos, quienes fueron sometidos a años de torturas. ¿Pensaron que «estaban sanados»?

Acá aparecen varios puntos a analizar: para entender mejor la situación, se requiere —en primera instancia— más información. Y hoy por hoy hay un peligroso blackout informativo. No sabemos qué pasa realmente. No hay periodistas en el terreno.
Hay situaciones que se parecen en exceso a lo que ya sucedió en Siria o en Irak al comienzo del conflicto: no circula información certera, no hay periodistas en el terreno, y comienza a aparecer más y más propaganda de grupos islamistas radicalizados.
Las pocas explicaciones que se dan, desde afuera, son las de las grandes cadenas de noticias. Especialmente norteamericanas o británicas. Luego repetidas hasta el hartazgo por el resto de noticieros del mundo.

* Imagen del libro de Wojciech Jagielski «Una oración por la lluvia» (título original: Motlitwa O Deszcz), editado por Debate en 2008.

Latinoamérica tiene una población de fuerte impronta religiosa. Aunque hay movimientos de secularización, la población en general tiene prácticas y creencias religiosas variadas y profundas, que definen sus decisiones y posturas sociales y políticas. Es necesario revisarlas, sin duda.

¿Se pueden trazar puentes con la realidad latinoamericana?
¿Hay información fiable en español?

¿Por qué la política internacional, la actualidad, el mundo… siempre lo explican las potencias? ¿No hay otras historias? ¿No hay otras voces por escuchar? ¿Podemos los latinoamericanos explicarnos la situación?

Hay un conjunto de crónicas extraordinarias de Placid García Planas, un periodista de extensa trayectoria quien cubrió las guerras yugoslavas, las del golfo, conflictos en El Líbano, Palestina e Israel, y también Afganistán. En el que se pregunta:
¿Qué explica mejor la guerra: las ofensivas del ejército afgano contra los Talibán, o el ansia de los soldados por grabar el combate en sus celulares? ¿Dónde se encuentra la noticia: en el hecho de que es un pueblo del que más mártires han salido, o en el que el primer suicida hizo estallar su cuerpo vestido con la camiseta del Real Madrid y el segundo del Barça?

Y podríamos agregar otras inquietudes desde lo religioso. Porque lamentablemente nos quedamos con la idea falsa de que ahora allá son todos terroristas islámicos, y descuidamos de que para los afganos —en su mayoría— la fe no se diferencia en nada de la existencia física.
Jagielski escribió: «Para los afganos la oración es casi un acto fisiológico, casi como respirar o dormir. Aunque he sido testigo de sus rezos cientos de veces, siempre que los observo siento la clara convicción de que solo allí la gente cree de veras en Dios; quizá porque aparte de la fe en Él y en la salvación, poco más les queda».

Hay una presencia y un vínculo innegable, muy estrecho, entre religiones y conflictos. (En su momento, por ejemplo, la única oposición política a regímenes comunistas pasó por el Corán y el sueño de un Estado islámico como contestación a un socialismo sin Dios). Pero para analizar ese vínculo, es necesario entender las formas de creer y las maneras de practicar esa fe. No nos podemos quedar en explicaciones simplistas.
Aquí hay otro punto de conexión con la realidad latinoamericana.
Latinoamérica tiene una población de fuerte impronta religiosa. Aunque hay movimientos de secularización, la población en general tiene prácticas y creencias religiosas variadas y profundas, que definen sus decisiones y posturas sociales y políticas. Es necesario revisarlas, sin duda.

Es correcto poner el foco en Afganistán, mirar aquel territorio y a su gente que tienen —desde el dolor, la fragilidad y el valor— mucho por mostrarnos. De todas maneras, tenemos el lente uno o dos puntos desenfocados. Y eso limita seriamente nuestra comprensión.
Se nos están escapando preguntas de peso: ¿Sabía ud. que hay miles de personas aprisionadas en la frontera con Pakistán? ¿Qué sucederá con el éxodo de migrantes hacia Europa? ¿Lo volverá a aprovechar el gobierno de Turquía para extorsionar a las potencias europeas?

Como se pregunta aquí Agus Morales: ¿se extenderá la solidaridad más allá de la emergencia y de un grupo reducido de personas?  Afganistán es uno de los países del mundo con mayor dependencia de la cooperación internacional. ¿Qué pasa con las agencias humanitarias en terreno? Son los únicos occidentales que realmente tienen acceso a los territorios a los que no llegan las cámaras.  ¿Sufrieron bajas? ¿Cómo es su trabajo en estos momentos?

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Otra vez, ¿hay información en español fiable para conocer mejor qué está sucediendo allí?

Sí. Así como existen éstas lecturas para entender el país más allá de la vuelta del Talibán al poder; hay medios que están haciendo una labor extraordinaria para romper el blackout. Así mismo te recomendamos seguir a éstas agencias que aún permanecen en terreno. (A continuación va una recopilación sucinta, para que tengas a mano). 

Y una recomendación más, esta playlist documental de DW:

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Tr. / «Las urgentes necesidades humanitarias de casi medio millón de civiles desplazados dentro de Afganistán están aumentando ahora. Necesitan refugio, atención médica y otros artículos de socorro.»

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